Lo
prometido es deuda y, aunque últimamente ando bastante estresada, he decidido que
como hoy se cumple un mes desde que Anderson y yo nos casamos, es un buen día
para escribir este post. Os dije que os contaría cómo fue el fin de semana de
la boda, y a eso voy a dedicar esta entrada.
Tanto
Anderson como yo estábamos un poquito nerviosos, especialmente cuando tuvimos
que preparar todo para meterlo en el coche. Olvidarse de algo no era opción, ni
mucho menos… Vestido, zapatos, cinturón, anillos… Prueba superada: no se nos
quedó nada. El viaje fue bien: no había tráfico, escuchamos buena música (no
tengo que decir quién hizo de DJ…) y hablamos mucho también. Más de cuatro años
juntos… mi familia tan lejos… su abuelo que ya no está… Como siempre en la
vida, cosas más dulces y cosas más amargas, pero el sentimiento en general era
bueno. Mi familia no estuvo en esta boda, pero estará en la de España. Además,
aunque no la presenciaran físicamente, yo sabía que todos y cada uno de ellos
estaba conmigo, pensando en mí y yo pensando en ellos. En cuanto a aquellos que
ya no están en este mundo… nos gusta pensar que estaban allí pero de forma
diferente, viéndonos y alegrándose por nosotros.
Cuando
llegamos a casa de los padres de Anderson, luces apagadas, sólo Mike salió a
recibirnos… Un poco extrañados, entramos y descubrimos qué pasaba: ¡sorpresa!
La madre y la abuela de mi ahora marido nos habían hecho una preciosa tarta de
boda. Yo, por supuesto, empecé a llorar… Y ése fue sólo el comienzo de un largo
fin de semana de lágrimas. Después de la sorpresa de la tarta nos dieron unos
regalos y unas tarjetas. Tanto el gesto como las palabras que nos dedicaron me
hicieron llorar de nuevo… Supongo que ya estaba con los sentimientos a flor de
piel, y poco se necesitaba para hacerme soltar una lagrimita. Eso sumado a mi
naturaleza llorona… el resultado era de esperar.
A la
mañana siguiente, la madre de Anderson nos preparó un desayuno increíble:
fruta, tostadas, rollos de canela, torrijas (que aquí llaman French toast pero que son torrijas de to
la vida…) y, después de eso, el tiempo empezó a pasar muy muy rápido. Hicimos
un par de mandados y luego me tocaba la rutina de la novia: peluquería y
maquillaje. Ambas fueron experiencias interesantes, ya que nunca antes me
habían hecho un peinado ni me habían maquillado. Sinceramente, yo me sentía muy
rara, pero todos dicen que quedó muy bien, así que para mí eso es más que
suficiente. Cuando volvimos a casa, sólo había tiempo para vestirnos. Una vez
con el vestido, los zapatos y todo, llamé a mis padres. Más lágrimas… una
combinación de alegría y tristeza muy difícil de explicar. Tras limpiarme las
lágrimas y venirme arriba un poquito, fotos. Nuestra fotógrafa oficial fue la
hermana de Anderson, Savannah. Le dejé mi cámara e hizo un trabajo excelente.
Hemos recibido muchos cumplidos por las fotos, así que le estoy muy muy
agradecida.
La
ceremonia fue en Bath, y llegamos justo en el momento adecuado: a la puesta de
sol, lo que nosotros queríamos. No hacía frío, no había ruido, el paisaje era
precioso, y fue una pequeña ceremonia íntima que no voy a olvidar nunca.
Contuve las lágrimas todo lo que pude, pero cuando llegó la hora de decir los
votos… me costó un poco más aguantar el tipo. Anillos, beso, abrazo… y
oficialmente casados.
Después
de la ceremonia les pedí a la familia que nos acompañaran al cementerio. Quería
dejar mi ramo, que había hecho yo misma, en la tumba del abuelo de Anderson. A
él le encantaban las flores y sé que le hubiera encantado estar con nosotros
ese día… Era mi manera de demostrarle que para nosotros, él estaba allí.
Finalmente,
nos fuimos todos a cenar y lo pasamos muy bien. Una cena agradable con toda la
familia y, por fin, ya más relajados y sin la tensión y los nervios de antes. A
pesar de que nos regalaron unos postres, volvimos a casa para comer la tarta de
boda que nos habían preparado Vanessa y Mema. Estaba deliciosa… De repente, nos
dimos cuenta de lo tarde que era. ¡Anderson y yo nos teníamos que ir! Habíamos
reservado una habitación en un Bed&Breakfast en New Bern, que está casi a
una hora de Little Washington. Así que con las maletas y nuestro letrerito de
“Just Married” que nos había hecho Savannah colocado en el coche, nos echamos a
la carretera.
Llegamos
muy tarde y casi perdemos la reserva, pero fueron amables y nos dejaron
mantenerla. El sitio era pequeño y bonito, una de estas casas antiguas
restauradas en el centro del pueblo. El día siguiente lo pasamos paseando,
haciendo un poco de turismo… y luego de vuelta a Chapel Hill. A pesar de las ausencia
de mi familia, fue un fin de semana de boda muy especial. Hoy hace un mes ya y
no podría estar más feliz…
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"For small creatures such as we the vastness is bearable only through love" (Carl Sagan)
A promise is a promise and, although I have been quite
stressed out lately, I’ve decided that since today it is a month since Anderson
and I got married, it is a good day to write this post. I said that I would
tell you how the wedding weekend went, and that’s what I’m going to do in this
entry.
Both Anderson and I were a little nervous, especially when
we had to prepare everything to put it in the car. Forgetting something was not
an option, of course… Dress, jacket, shoes, belt, rings… Test passed: we didn’t
leave anything behind. The trip went well: no traffic, we listened to good
music (no need to say who was the DJ…) and we also talked a lot. More than four
years together… my family being so far away… his grandpa not being with us
anymore… As it always happens in life, things that are sweet and others that
are sour, but in general we felt happy. My family could not be at this wedding,
but they’ll be at the Spanish one. Also, even though they were not there
physically, I knew they were all with me, thinking about me and me thinking
about them. Regarding those who are not in this world anymore… We like to think
that they were there but in a different way, looking at us and feeling happy.
When we arrived at the family’s house, lights were off and
only Mike came to see us at the door… It was strange, but once we came in we
soon discovered why: surprise! Anderson’s mom and grandma had made a beautiful
wedding cake for us. Of course, I started to cry… And that was just the
beginning of a long weekend of tears. After the surprise, they gave us some
presents and cards. Both their gesture and the words they dedicated to us made
me cry again… I guess that I was already extra-sensitive, so not much was
needed to make me shed a tear. That plus my crier nature… the result was
expected.
The next morning, Anderson’s mom prepared an incredible
breakfast for everybody: fruit, bagels, cinnamon rolls, French toast… and, after
that, time started to pass by very very fast. We run a couple of errands and
then I had the typical bride routine: hair and make-up. They were both
interesting experiences, since I had never had a hairdo or my make-up done
before. Honestly, I felt very weird, but everybody thinks it looked good, so
that’s more than enough for me. When we cam back home, we only had time to get
dressed. Once in the dress, shoes, and everything, I called my parents. More
tears… a combination of joy and sadness impossible to explain. After drying my
tears and cheer up a little, photo session. Our official photographer was
Anderson’s sister, Savannah. I gave her my camera and she did an excellent job.
We have received many compliments on the pictures, so I’m very very thankful.
The ceremony was in Bath, and we arrived at the perfect time:
sunset, as we wanted. It was not cold, there was no noise, the landscape was
gorgeous, and it was a little private ceremony that I will never forget. I held
my tears as much as I could, but when we got to the part of our vows… it was
extremely difficult. Rings, kiss, hug… and we were officially married.
After the ceremony I asked the family to go to the cemetery.
I wanted to leave my bouquet, which I made myself, over Pa’s grave. He loved
flowers and I know he would have loved to be there with us that day… It was my
way to show him that, for us, he was there.
Finally, we all went for dinner and we had a great time. A
nice family dinner at a nice restaurant, more relaxed and without the tension
and the nervousness we had had before. Although they gave us some complimentary
desserts, we came back home to have some of the wedding cake that Vanessa and
Mema had made. It was delicious… Suddenly, we realized it was very late. Anderson
and I had to leave! We had reserved a room in a Bed&Breakfast in New Bern. So
with our suitcases and our “Just Married” sign that Savannah had made for us in
our car, we got on the road.
We arrived very late and we almost lost our reservation, but
they were very kind and let us keep it. The place was beautiful and cozy, right
in downtown New Bern. We spent the next day walking around and sightseeing. Then,
back to Chapel Hill. Despite the absence of my family, it was an extremely
special wedding weekend. It’s been a month, and I could not be happier…